La amistad, una frágil cuerda que hay que cuidar, que une y separa, que hace reír y llorar, que daña y perdona, la más bella de las señoras, la amistad, esa que conocí contigo.
Esa que sin darnos cuenta hemos usado tantas veces... Recuerdo que sólo una llamada de teléfono era lo que necesitábamos para unirnos en caso de emergencia y tras un café en cualquier bar, la recuperación de nuestros estados de ánimos era más que evidente. Siempre estuvimos ahí, una al lado de la otra, para cuidarnos, querernos, consentirnos; incluso a veces odiarnos. Lo importante es, que hemos sabido perdonar. Tú me has reconocido los méritos cuándo nadie supo hacerlo, tú me abriste las puertas cuando todo el mundo me las cerró y también me abrías los ojos siempre que me quedaba ciega, sin embargo, yo no supe hacerlo mejor. Pero, fielmente eterna has estado ahí. Si digo que te quiero me quedo corta, por eso prefiero decirte amiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario