TUYO, MÍO, NUESTRO
Desde aquí se contemplan los atardeceres más maravillosos del mundo. El sol, va muriendo lentamente en el horizonte mientras tiñe de un color anaranjado el cielo y el mar, que se enlazan por un cálido abrazo. Las gaviotas picotean el agua en busca de algo para llevarse a la boca y las tiernas olas, producen un baile en el calmo mar. Una ráfaga de aire acaricia mi cara, procudiendo un escalofrío en todo mi cuerpo. Recuerdo las tardes que veníamos a pasear aquí, en nuestro puente, en el cual todavía hoy figura grabado dentro de un corazón tu nombre y el mío, en uno de sus laterales. Perdonamé si ves caer una lágrima, no puedo olvidarte, se que estás aquí, noto tu mirada, pero aún no comprendo porque saltaste de él sin despedirte.