domingo, 9 de enero de 2011

EL REMIENDO

LO QUE ELLA ME ENSEÑÓ

Todas las mañanas cuando iba a trabajar, al cruzar la plaza mayor, una chiquita de unos 6 años, junto a su madre, esperaban bajo el arco de la entrada norte, a que algún alma caritativa derramara unos céntimos en el latón. Vestían unos arapos, casi no se adivinaba el color del vestido de la pequeña, que tenía un gran agujero en la parte delantera, la cual llevaba consigo una muñeca, o los restos que de ella quedaban. La muñeca era vieja, con una piel engrisecida por la suciedad y el pelo enmarañado. Me conmovía verlas allí todas las mañanas, era desalentador. Un día me acerqué para darles unas monedas, la sonrisa de ambas provocó un intento de lágrimas en mis ojos, tragué saliva, para evitar que sucediese y torcí la esquina. En la primera juguetería que vi, entré y compré una muñeca muy parecida a la que ella tenía. Regresé a la plaza mayor y se la ofrecí.

-Gracias señora, pero no puedo aceptarlo, prefiero quedarme con esta que me la regaló mi mamá.
Atónita, le respondí:

-Al menos, déjame que te remiende el vestido.


Jara piñero Gabardino.

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